Hoy hemos recuperado nuestro
ritmo habitual desde que estamos en Malta, por lo que no hemos madrugado,
nuevamente a las 8 ha sonado el despertador. Tras tomar un cappuccino y un café
americano acompañado de dos cruasanes nos hemos puesto en marcha rumbo a La Tres
Ciudades.
La zona comprendida por las
ciudades Cospicua, Vittoriosa y Senglea conforman el trío de ciudades conocidas
como Las Tres Ciudades. Son ciudades de
pintorescas calles y con una gran historia detrás. Y pese a ello, apenas se ven
turistas por sus calles.
La primera de las ciudades que
hemos visitado ha sido Vittoriosa, ciudad que tan solo mide 800 m de largo por
400 de ancho. Así que tranquilamente podéis dejar el coche aparcado a la
entrada de sus murallas. Nosotros aún fuimos más señoritos y metimos el coche
dentro, en busca de una sombra, porque hay que ver como pega el sol ya a estas
horas de la mañana.
Hemos estado deambulando por sus
calles sin ningún rumbo. Desde El Fuerte de St. Angelo, las vistas sobre La
Valletta son espectaculares.
Lo primero que hemos visitado ha
sido el palacio del inquisidor, donde además está la oficina de turismo. Estepalacio, como su nombre indica, albergo los tribunales de la inquisición y cárcel
desde 1570. En el palacio puedes ver las antiguas celdas, que a nuestro
entender es lo más interesante de este palacio. Este edificio cuenta con una
curiosa historia. En 1698 un prisionero, consiguió fugarse en ocho ocasiones.
Muy seguro no parece que fuese el edificio.
Vittoriosa |
Dando un agradable paseo por sus
sombrías calles, hemos llegado hasta el fuerte de St. Angelo, justamente en la
punta de la península. Aquí, anteriormente a la fortificación actual,
posiblemente la más antigua de la isla, existieron varios templos romanos y
fenicios. Es una pena no que no hayamos podido ver el interior del fuerte ya
que lo están restaurando. Ese es uno de los problemas de Malta. Está todo en
plena rehabilitación. Una lástima.
Antes de continuar hacia Senglea,
otra de las tres ciudades, hacemos un alto en el camino para tomar una cerveza
y comer algo, en una callejuela estrecha, que pasa bastante desapercibida. Hoy
nuevamente el calor golpea fuerte, así que la cerveza fresca ayudará un poco a
soportarlo. Hemos probado otro típico plato maltés, del que no sabemos su
nombre. Es un pan cabezón relleno de carne, tomate, aceitunas, alcaparras y
queso. Todo ello se gratina y resulta ser un plato exquisito.
Aliviados del calor gracias a la
cervecita, nos ponemos en marcha hacia Senglea. Aquí resulta más difícil
perderse aún que en Vittoriosa. La ciudad no tiene excesivos monumentos de
interés, pero dispone de un pequeño paseo entorno al mar que ofrece unas vistas
fantásticas de Vittoriosa y de La Valleta. Es una lástima que en nuestra visita
se vean más grúas en Vitoriosa que murallas, pero cuando acaben con la
reconstrucción seguro que queda espectacular. Pasamos un buen rato sacando
algunas fotos antes de ponernos rumbo a Sliema.
Senglea |
El resto de la tarde lo dedicamos
a recorrer Sliema. las principales atracciones de Sliema son sus tiendas. Es
una pequeña ciudad comercial, llena de tiendas de modas. Es una ciudad activa,
ya que por la tarde las tiendas están a tope de gente haciendo compras y por la
tarde el paseo marítimo se llena de gente que pasea por el o corredores. Es una
ciudad en movimiento. En Triq ix-Xatt un extremo del paseo marítimo, se tienen
unas vistas de La Valleta magníficas, y por el atardecer La Valleta vista desde
aquí es una ciudad preciosa.
Las playas de Sliema son
plataformas de roca, nada de arena. Tienes unas pequeñas escaleras para entrar
al mar. Aquí el mar es precioso. Lo curioso de estas playas es que tienen unas
piscinas excavadas en la roca. Estas piscinas se construyeron para las damas de
clase alta, pero hoy las utiliza todo el mundo.
A lo largo del paseo se pueden
ver dos torres de vigilancia, la torre St. Julian´s y la torre Il-Fortizza.
Ambas torres formaban parte del sistema defensivo costero de Malta. Ahora las
dos torres son sendos restaurantes.
Venga a pasear, venga a pasear y se nos ha hecho de noche.
Así que decidimos cenar aquí, en un bar en el mismo paseo marítimo, viendo el
mar tranquilamente. Un risotto de champiñones y jamón y unos raviolis rellenos
de salmón. En este país no hay forma de mantener la línea ni de acabarse uno de
los platos que te sirven. Con lo que sobra de cada plato nuestro damos de comer
al resto de Malta. Eso sí, estaban bien buenos. Y todo esto lo hemos regado con
un vinito blanco del país, que no era el mejor de la isla, seguramente pero que
a nosotros nos ha sabido a gloria. Según nuestro fino paladar cervecero, ha
sacado una buena nota.
Antes de retirarnos para el hostal, hemos decidido dar un
pequeño paseo por la bahía para bajar la cena. Hace una noche estupenda, y da
pena retirarse tan pronto.