Marxaxlokk - La Valleta - Sliema. 10 Agosto 2014

Marxaxlokk
Ya comenzamos a contar las pocas horas que nos quedan para abandonar este país. Esto comienza a acabarse, y hoy ya repetimos algunos lugares, que por no haberlos visto bien o por su belleza, nos apetece volver a visitarlos.

Iniciamos nuestro penúltimo día en Malta visitando Marsaxlokk. Este pueblo es recomendable visitarlo en Domingo por su famosos mercado, pero el Domingo pasado cuando estuvimos aquí, no puedimos verlo ya que era el día mayor de sus fiestas y casualmente ese día no lo ponían. Así que aquí estamos, para verlo.

Realmente no se trata de un mercado de pescado. Sino que es un gran mercadillo donde se vende prácticamente de todo, ropa, fruta, verdura, enseres de cocina, pero donde abundan los puestos de venta de pescado. Encuentras todo tipo de peces, desde  Doradas, Lubinas, sardinas, hasta especies algo más raras como pequeños tiburones o diferentes pescado de roca o incluso Morenas.

El mercado como tal no es que nos haya llamado demasiado la atención, ni siquiera estamos seguros que merezca en exceso venir hasta aquí solamente para verlo, pero sí que es cierto que está muy animado y hasta aquí vienen muchísimos turistas.

Nosotros solamente hemos comprado un melón, que con toda seguridad será nuestra comida hoy. Hemos pasado por un puesto de frutas y tenían una pinta buenísima, y buen precio. Y como no ha abundado la fruta en nuestra dieta, nos hemos animado.

Después de pasar algo más de media mañana en Marsaxlokk, nos ponemos rumbo a La Valleta. El primer día que estuvimos nos gustó mucho, tanto el ambiente como la ciudad, así que vamos a ver sí nos dejamos algo de ver, y a pasear por sus calles sin rumbo, solamente a donde nos lleven nuestros pies.

Ha coincidió que hemos llegado poco antes de las 12 horas que es cuando se disparan los cañones de la saluting battery. Al igual que nos ocurrió con el mercado de pescado, en nuestra primera visita a la capital, no pudimos verlo, así que hoy vamos pronto para coger sitio en primera fila a la plataforma ceremonial más antigua de la Valleta. Desde aquí se pueden sacar unas grandísimas fotos del Gran puerto y de las Tres Ciudades.

Ciertamente ha sido curioso, ver todo el trajín ceremonial y como disparaban los dos cañones. Bueno a decir verdad, solamente uno. Porque el primero ha fallado y no se ha disparado.

Después de ver el saludo, hemos decidido comernos el melón, ahora que todavía está fresquito. Ni cortos ni perezosos, hemos sacado el melón y la navaja, y sentados en las escaleras de una iglesia, nos hemos comido a la fresca, dos kilos de melón. No sé si más adelante nos sentará mal tanto melón, pero que bien entraba.
Salutng battery

El resto del mediodía lo hemos pasado dando vueltas por la capital, sin ningún rumbo. Con nuestro paseo nos vamos poco a poco despidiéndonos de Malta. Se nota, que son las últimas horas aquí, porque el cansancio empieza a aparecer cada día un poco antes.

Así que para descansar, decidimos que lo mejor es ir a Sliema y buscar un lugar donde bañarnos y relajarnos un poco. Sliema se ha convertido en la ciudad que más hemos visitado. A nuestro entender da bastantes posibilidades ya que tienes buenos lugares de baño más o menos cómodos, dispones de bastante comercio e incluso buenos restaurantes.

Lo que queda de tarde la hemos pasado aquí, en la playa. Y es aquí donde hemos vivido la anécdota más angustiosa del viaje, ya que en un momento en el que el mar se ha puesto un poco ajetreado hemos tenido que sacar del agua a un matrimonio mayor. Ella, más o menos ha salido sola, pero el pobre hombre no conseguía salir del agua y ha habido un momento tenso. Tanto que he tenido que disfrazarme de Vigilante de la playa y saltar al agua a por el hombre. Aprovecho estas líneas para darles las gracias a todos esos cachitas de clenbuterol y cocaína por la rapidez con la que no han ayudado. Al final hemos tenido que ser nosotros dos, los más esmirriados de la playa los que nos la hemos tenido que jugar. En fin.

Con esta aventura pondremos fin a nuestro día de playa en Sliema.

Ya por la noche, decidimos ir a cenar al mismo restaurante que en las dos ocasiones anteriores, es un buen sitio y nos ha gustado. Así que ¿para qué cambiar?

Tras la cena, nos damos un paseo por el paseo marítimo, hace una noche magnífica. Hemos ido con tranquilidad hasta St Julian que comienza a prepararse para otra noche loca.